Degeneración discal lumbar
¿Qué es y cómo aparece la discartrosis lumbar?
Los discos intervertebrales son unas estructuras que se localizan entre las vértebras cervicales, dorsales y lumbares. En condiciones normales están formados por un anillo exterior o anillo fibroso que compuesto (entre otras cosas) por fibras de colágeno organizadas de forma concéntrica al centro del disco, el núcleo pulposo. Este núcleo pulposo por el contrario tiene un alto contenido en agua (entre 80 y 90%).
La función de estos discos es la de actuar como almohadillas que facilitan y regulan el movimiento de las vértebras y, por tanto, de la columna en bloque. El anillo fibroso resiste especialmente las fuerzas de torsión, mientras que el núcleo pulposo, las fuerzas de compresión.
Con la edad, la estructura normal de los discos se ve alterada. Primero se produce una deshidratación del núcleo pulposo y, con el tiempo, el proceso de desgaste puede llevar a una disminución de la altura del disco o incluso a alteraciones o roturas del anillo fibroso, pudiendo asociarse a la aparición de hernias discales.
Hay además ciertos factores de riesgo que aumentan la velocidad a la que estos discos intervertebrales se degeneran, como son el tabaco, la obesidad, el sedentarismo o los impactos repetitivos.
La secuencia de desgaste discal es la siguiente:
Estructura de un disco intervertebral.
En la imagen vemos la evolución mediante resonancia magnética de un disco intervertebral en los distintos grados de degeneración. En los primeros grados mantiene una coloración blanca, indicativo de una buena hidratación del núcleo. Progresivamente el disco se deshidrata y esta coloración oscurece hasta el colapso y pérdida de altura del disco.
En la mayoría de los individuos, el proceso de degeneración discal se produce de forma lentamente progresiva a lo largo de la edad sin causar una sintomatología severa. Sin embargo, en un número no despreciable de personas, el grado de desgaste discal resulta más severo de lo normal y por tanto aparecen síntomas derivados de ello.
¿Qué síntomas produce?
La principal manifestación clínica de un desgaste discal es la aparición de dolor lumbar o dolor discopático. El dolor discopático característicamente se percibe en la región lumbar o en la cintura, y típicamente, suele irradiarse a los glúteos o incluso muslos. La flexión anterior del tronco, mantener una postura sentada de forma prolongada o las maniobras que aumenten la presión abdominal (como estornudar, toser, ir al WC…) suelen exacerbar este dolor. Por el contrario, estos pacientes suelen encontrar alivio en estar tumbados.
¿Cómo la podemos diagnosticar?
El diagnóstico se puede establecer a través de un interrogatorio médico, una buena exploración física y las pruebas de imagen pertinentes, entre las que destaca la resonancia magnética lumbar.
¿Cuál es el tratamiento de la discartrosis lumbar?
El tratamiento de esta patología es multifactorial y consiste primeramente en mantener un correcto peso, realizar actividad deportiva que ayude a fortalecer la musculatura del CORE (abdominal y lumbar) como el yoga, el pilates, la natación… y eliminar los factores de riesgo como el tabaquismo.
Adicionalmente las pautas de medicación, la fisioterapia, rehabilitación o terapias como la osteopatía o quiropráctica pueden ser de gran ayuda.
A nivel intervencionista, hay un abanico muy amplio de procedimientos efectivos para tratar el dolor lumbar bajo como consecuencia de una degeneración discal. Algunos ejemplos son las infiltraciones lumbares, los tratamientos biológicos (como las infiltraciones de factores de crecimiento o células mesenquimales), cirugías mínimamente invasivas como la radiofrecuencia discal o cirugías como la artrodesis lumbar o la prótesis de disco lumbar.
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